domingo, 28 de julio de 2013

Futuro.

Eso siempre había formado parte de mis planes. Pero cuando hoy mi madre lo menciono me sorprendí a mi misma pensando que se equivocaba. ¿Cuándo cambie de planes? ¿En que momento de los últimos días, de las últimas horas  paso?

Es lo que he querido siempre, y lo sigo queriendo, pero en ese momento pareció algo distante e irreal, pese a que, de todos mis sueños, es posiblemente el más real, el más lógico.

Ahora mis sueños imposibles parecen ciertos, pero a la vez inalcanzables. Volví a creer que es posible, pero no tengo esperanzas de que sea mi futuro.

Pero siempre queda aquella opción que no se cuando apareció, pero desde entonces no ha desaparecido. Es el punto intermedio entre la fantasía y la realidad.

domingo, 21 de julio de 2013

Ya no se besan, ya no se ríen. ¿Por qué siguen juntos? ¿Es por costumbre? ¿Es por miedo?

Ya nadie recuerda la última vez que se besaron, la última vez que pasearon juntos por la playa, la última vez que hicieron las típicas bromas de pareja. Y si alguien lo recuerda, no lo demuestra.

O quizá si lo hagan. Quizá si se besen, quizá si se abracen, quizá si se dicen te quiero, pero simplemente no hay nadie delante cuando pasa. Eso sería una bella ilusión, ¿verdad?

Ya solo hay peleas, discusiones y quejas. Ambos dicen que el otro esta insoportable, pero ninguno se da cuenta de que el mismo también lo esta.

Que extraña pareja esta, que ya no parece sentir nada, que simplemente deja el tiempo pasar. Puede que no tanto. Puede que sea normal. Puede que sea común. Puede que demasiado.

¿Es esto lo que el tiempo le hace al amor?

sábado, 20 de julio de 2013

Despiertame.




Me muevo por inercia. Me dejo llevar por la rutina. Me ata la costumbre. Mientras, sueño con el cambio.

Parece que despierto cuando empiezo a decir lo que pienso, cuando critico al mundo, pero es solo un acto reflejo, como el hombre en coma que mueve la mano.

Sigo dormida, esperando y nunca haciendo. No me digáis que el momento adecuado es ahora, porque observo a través de mis parpados cerrados en busca de la señal que me despierte, como una alarma en el teléfono.

Créeme, no quiero estar aquí. No te ofendas, no es por ti. No es por lo que tengo, sino por lo que deseo tener.

Me iría con el primer loco que me dijese "Ven conmigo" y me tendiera la mano. Si algo he aprendido de las historias, es que merece la pena arriesgar.


Me lleva la inercia. Me arrastra la rutina. Me encierra la costumbre. Mientras, pierdo la esperanza.

miércoles, 17 de julio de 2013

Otras veces.

Normalmente pienso, creo y siento que no necesito a nadie de ese modo, que estoy bien así, otras me siento sola, no sola del todo pues se que tengo gente a la que le importo pero hay un vacío que no pueden llenar.

A veces echo de menos alguien con quien pasear de la mano, alguien que me abrace por la espalda, alguien en quien apoyar mi cabeza sobre su hombro.
En esos momentos no necesitaría más.

Normalmente creo que no es mi momento de enamorarme, que ya llegará la persona adecuada, otras siento que jamás podré amar y, de igual modo, nadie me querrá de esa manera.

Esa sensación siempre esta ahí, escondida tras la esperanza de que todos los corazones tienen derecho al amor, fomentada por el conocimiento de que todo en el universo necesita un equilibro y yo decidí no odiar.

Normalmente sé que, aunque sea mínimamente, le importo a alguien, que si me fuese lo notarían, otras tengo la necesidad de que me lo digan, de que me lo demuestren.

Llámalo inseguridad, llámalo como quieras, pero no creo que sea indispensable en la vida de nadie, siento que podría marcharme poco a poco y nadie lo notaria incluso cuando ya me hubiese ido. No siento que tenga una relación tan estrecha con alguien que haya cosas que solo pueda hacer o decir conmigo.

Normalmente estas cosas no me importan, pero siempre acabo pensando en ello.