domingo, 27 de octubre de 2013





¿Qué le voy a hacer si a las musas les gusta jugar conmigo, e, igual que vienen, se marchan si importarles si acabado y cuando vuelven lo hacen con cosas nuevas?

¿Qué le voy a hacer, si lo que hago, lo hago por ellas mas que darles lo me piden mientras permanezcan?

Y, una vez se marchan, cuando soy libre de hacer lo que quiera, a mi ritmo, me falla la constancia.

¿Qué le voy a hacer si me pueden la pereza y la desgana frente a la codicia?

¿Qué le voy a hacer si, cuando las musas se van, lo que plasmo es para mi y yo ya lo tengo en mi mente?
¿Qué aliciente hay en contarme una historia que ya conozco, en mostrarme la imagen que ya he visto si en mi mente es más bello?

Y es por esto por lo que escribo y dibujo sandeces improvisadas en lugar de las grandes obras que se guardan en mi cabeza.
Como dibujos en las paredes de una habitación vacía, las imágenes creadas por mi mente no ocupan el hueco. Por muy fielmente representadas que estén  no son reales.

Aquella figura androgina que me abraza por la espalda en mi mente cuando me hallo tendida en la cama, no da calor.

Aquellas veces que reescribo conversaciones pasadas imaginando cómo hubieran sido si hubiese dicho algo diferente, no cambian el pasado.

Aquellas otras en las que creo nuevas  no hacen que la otra persona sepa ni que yo me atreva a decir.

Aquellos escenarios donde soy heroína o, al menos, importante en un plan de salvación, no provocan adrenalina ni me hacen salvadora.

Y, es que, de nada sirven planes que no se llevan a cabo ni palabras no pronunciadas ni tactos intangibles,

Como dibujos en las pareces de una habitación vacía, mis quimeras no llenan mi vida.

sábado, 19 de octubre de 2013

Deseo.



Deseó una y otra vez lo mismo. Y esperó con impaciencia a que se cumpliera, pero esperó.
Y no se cumplía, pero no debía perder la esperanza pues esa era la única forma para conseguirlo.

Lo pidió a las pestañas que se sueltan, a las estrellas que se caen, a los dientes de león que vuelan y a las velas que se apagan. Y no se cumplía, pero no debía perder la esperanza o quedaría perdida en un mundo sin motivo, sin razón.

Y esperará, esperará hasta la muerte si es necesario. Con impaciencia y esperanza.

Y creerá, creerá hasta la muerte si es necesario. Intentando no caer en la locura.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Observándote.

Te observo mientras lees, durante horas. Es tan maravilloso observar como tu expresión cambia tantas veces seguidas.

Sé que debería estar más atento a mi libro, pero mirarte es tan entretenido como él, o más, y leer puedo hacerlo en cualquier momento, a ti solo te tengo ahora. Una de esas extrañas veces donde dejamos nuestra asocial vida y nuestros dormitorios para reunirnos en una sola habitación. Aunque solo hagamos lo que haríamos por separado: leer, escuchar música, ver alguna serie o película o simplemente navegar por internet.

Tu cara pasa de tener una sonrisa picara a unos los ojos llorosos, de la sorpresa al "ya lo veía venir", de la ternura al odio.

A veces, incluso lloras y es entonces cuando recurres a mí. Creo que soy la única persona que te ha visto llorar en los últimos meses. Pocas veces lo haces por ti, siempre son tus lagrimas causadas por el dolor de otros. Quizá sea tu empatía el peor de tus males.

Cuando más me duele es cuando no consigues soltarlo, cuando intentas llorar y no puedes, cuando intentas explicarlo y no sabes.

Creo que me he enamorado, de tu risa, de tu llanto, de tu silencio y de tus palabras, de tu mirada cuando lees y de tu respiración cuando duermes.

Pero, ¿cómo puedo saber si seré correspondido?
Sé de ti cosas que nadie sabe, pero sigo teniendo la sensación de que no es suficiente. Podría decir la lista de los libros que has leído este año, por orden, conozco cada uno de tus lunares de tu cara, sé cual es tu película favorita y el grupo de música al que más escuchas, conozco tus temores más ocultos, pero... ¿Cuales son tus planes de futuro? ¿Estoy yo en ellos? ¿Quienes son tus otros amigos, esos con los que sales algún que otro fin de semana? Nunca me los has presentado. ¿Te avergüenzas de mi?
¿O es que soy tu secreto, tu tesoro, no quieres compartirme?
¡Qué tonterías pienso!
Tampoco sé si alguna vez has tenido pareja. Solo sé que ahora no tienes. 

No conozco tu pasado, tampoco sé que quieres del futuro y del presente, apenas unos trazos. Pero yo estoy en él, y eso es lo que cuenta, ¿no?

Te diré de dar un paseo... E intentaré cogerte la mano. Te preguntaré por tus platónicos. Sí, eso haré. Lo voy a intentar. Y si no lo consigo me conformaré con lo que tengo.

Me conformaré con mirarte al leer.