lunes, 30 de junio de 2014

Summer mornigns.








Mañanas tranquilas, perezosas, de luz clara y amable. Sin prisas, sin nervios, llenas de posibilidades, faltas de resultados. Camas desechas, ventanas abiertas, respiraciones pausadas, brisa fresca. Quisiera vivir en una mañana de verano, escuchando a los pájaros cantar, con mensajes de buenos días contestando al que mandé un par de horas antes, con tiempo para pensar. 

Pensar, en lo bueno y en lo malo. Por unos instantes desear evaporarme, pero pronto volver a acompasarme con el mundo, tranquilo, perezoso, dulce. Quisiera vivir en una mañana de verano, pues en ellas lo hallo todo, una casa para mí sola, una conversación que compartir, silencio, ruido, alegría, tristeza, calma y tempestad.

El verano acabará, o al menos todos los anteriores lo hicieron, y volverá el ajetreo y el estrés, y me dirán que lo he desperdiciado tirada en la cama frente a una pantalla, pero entre todas las opciones al alcance de mi mano, lo sé, es la mejor.

Si pudiera viajar, viajaría, pero ya que no puedo irme lejos de los lugares de siempre, me quedaré en el más seguro me parece, contemplando las placidas mañanas de verano a través de una ventana abierta.

domingo, 22 de junio de 2014

¿Qué es está sensación tan extraña? Es como si algo pegajoso y dulce hubiera inundado mi garganta y no me dejara hablar. Poco a poco va goteando a mi estomago y este se cierra.
Es un sentimiento resignado, melancólico, suplicante y dulce. Viene y me abraza por la espalda sin previo aviso, es molesto, agobiante, hasta que me giro y le miro a los ojos, entonces lo siento hermoso, hermoso y equivocado. Y cuando empiezo a aceptarle se marcha, para volver.
Me dan ganas de gritar "¡Haz lo que quieras! ¡Decídete ya!" al mundo mientras cruzo los dedos deseando que eso resulte en mi felicidad. Pero no puedo, no tengo voz, solo un sentimiento asfixiante que me agobia pero mantiene cálido mi corazón.
Lo prefiero, lo prefiero a la nada. Y más ahora, que creía estar a punto de dejar de sentir. Prefiero este sentimiento errado que me obliga a seguir, arrastrándome, a que el vacío me paralice.
Es dulce, meloso. Nunca me gustó sentir ese sabor en mi boca, que extraño que llegue a aceptarlo en mi mente. Quizá sea porque me recuerde a él. Él que es tan distinto a mí, mientras yo busco lo amargo, lo salado en la vida, el sueña con la dulzura de la muerte.
Por desgracia, cuando caigo consciente de que la estoy sintiendo y comienzo a aceptarla, las sensación desaparece. Cuando vuelve, toca empezar de cero: primero las ganas de llorar y cerrarse en un rincón, después las de arrastrarse y luchar, quejarse y arriesgarse a perder, y por último el pensar "Sigamos así, un poquito más, aunque duela.".
Y es que al final siempre pondré cualquier sentimiento antes que el vacío. Sea dulce o amargo, sea alegre o triste, melancólico o vital, agobiante o liberador. 
Cualquier cosa antes que ninguna.

domingo, 15 de junio de 2014

Antaño añoré hogar que nunca antes tuve,
ahora anhelo el único refugio que mi alma halló. 

Pero no son en vano los riesgos que corrí,
aquellos ante los que sucumbí. 

Conseguí recuerdos, en origen felices,
adquirí experiencia, de aspecto dañino y realidad útil. 

Las nuevas cicatrices de mi joven y tierno corazón
pronto serán los surcos de su brillante armadura.

Caos.

My mind..



Quiero dejar de pensar. Quiero dejar de estar pensando en algo, en eso, y que durante un momento me parezca que todo está genial, al siguiente que es un desastre. Ahora, soy la culpable. Ahora, soy la victima. Ahora, no soy yo la que importa realmente. Ahora, me pregunto por qué no debo serlo. Ahora, me enfado, porque otros en mi situación se comportaron como cerdos egoístas y misoginos.

Quiero dejar de pensar. Quiero dejar de cuestionarlo todo y dejarme llevar, como siempre antes hice. Ya no puedo. Cada instante que no me ocupo en algo, acabo pensando en ello. Por suerte, no siempre es tan caótico. Por suerte, suelo conseguir mantener el mismo punto de vista varias horas. Por suerte, no me victimizo. Por suerte, no me juzgo. No siempre. Intento recordar las cosas con fidelidad a la realidad y darme cuenta de qué hice mal y de qué hice bien.

Pero es tan cruel mi mente cuando no me deja mantener una linea de pensamiento, sino que a cada instante aparece con una versión nueva de la realidad y de mis sentimientos. Un segundo estoy alegre, dispuesta a todo, al siguiente quiero romper a llorar, dormir y no despertar en unos años.

Cuando el infinito caos invade lo que estuvo reinado por el vacío, todo a su al rededor se resquebraja. La mente, el corazón, el alma.