domingo, 23 de noviembre de 2014

Buscando las palabras para expresarlo todo en una frase me ahogo en un mar de tinta. El amor, y la desesperación, y la oscuridad, y los rayos de luz, y la sensación de hundirse, y el dolor en el pecho, y la calidez, y la esperanza, y el llanto, y la risa, y la confusión, y el vacío.

Otros parecen tenerlo más sencillo y con una oración de dos o tres palabras pretenden que les entiendas. Y yo no puedo ver ni comprender ya nada, mientras siento que se aleja. No les importará, supongo, a la gente como él, que no comprendamos. O al menos no quieren esforzarse y se cierran sobre si mismos. 

Ahora entiendo cuando me hablaban de erizos. Se asustan, se cierran sobre si mismos y cuando tratas de ayudar sales herido. No puedes tocar y se niegan a hablar o escuchar. El tiempo pasa y el invierno se vuelve más frío.

No sé cómo trasmitir ni motivar. No sirven de nada figuras estilisticas cuando dialogas. 

Cada día tengo más ganas de copiar esa oración que me persigue: "Estoy cansado." Pero yo no soy así. Necesito sentirme comprendida, pero no parecen escuchar. Necesito poder comprender, pero se niegan a hablar. Se hace el silencio y se me clava entre las costillas.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Me roban las estrellas.

Todos los astros que vi en el cielo llevaban su nombre, cada estrella, cada planeta, cada luna, cada constelación. Pero han comenzado a desaparecer, una por una se esfuman las estrellas, no explotan, no se mueren, no hay ni nebulosas de las que nazcan otras nuevas, ni agujeros negros que las traguen. Desaparecen. Me están robando mis estrellas, mis cometas. Mi universo se está muriendo.

Ahora que ya no hay Luna, cesaron las mareas. Y sin Sol este mundo viaja a la deriva, dispuesto a colisionar. El aire, al huir de la atmósfera, crea vientos que azotan mi piel.

Me están robando mis estrellas y no puedo hacer nada mientras veo morir a mi universo. Volveré a épocas remotas de vacío, en las que no existía el tiempo, en las que no había espacio.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Historias nocturnas.

Lady Luna tiene un amigo, que le aúlla desde tierra. Es un bravo caballero que se escapa cada noche a contarle las historias de sus amigos y batallas. Se sienta en los jardines de Lady Luna y la observa con admiración. Ella, desde su balcón, le cuenta leyendas de dioses y estrellas, de los mortales y los mares.

A veces ella se esconde tras un velo negro, ocultándose con luto de borrachos que se creen poetas, pero Sir Lobo sabe dónde buscarla. Incluso si ha de recorrer medio mundo.

Muchos dicen que se aman, otros que él está enamorado y ella le rechaza cada noche. Que pese a la distancia no se cansan, que no dará nunca la lucha por perdida. Pero no es cierto. Son las historias lo que les une. Sir Lobo mira al cielo, atrapado desde la Tierra, Lady Luna observa un mundo que jamás podrá tocar.

Y cuando envejezcan y la gris armadura de Sir Lobo deje de brillar y la blanca palidez de Lady Luna se vuelva enfermiza, seguirán acudiendo al encuentro. Las historias no dejarán de ser contadas ni de escucharse. La gente mirará, no entendiendo lo que se dicen, e inventará romances que no existen.

40 segundos.

Cada cuarenta segundos un grito de suplica silencioso. Cada cuarenta segundos una retirada de la guerra.
Cada cuarenta segundos un alma perdida. Cada cuarenta segundos decenas de vidas destrozadas.
Cada cuarenta segundos uno menos. Cada cuarenta segundos uno más.
Cada cuarenta segundos muere un universo. Cada cuarenta segundos un vacío interminable.
Cada cuarenta segundos una huida de los problemas. Cada cuarenta segundos un llanto desconsolado.
Cada cuarenta segundos cruzo los dedos. Cada cuarenta segundos espero una señal.
Para que tu sangre siga en tu cuerpo. De que tu corazón sigue latiendo.
Cada cuarenta segundos el terror de que desees ser el siguiente.
Cada cuarenta segundos el terror de que esta vez sea para siempre.