Parece que despierto cuando empiezo a decir lo que pienso, cuando critico al mundo, pero es solo un acto reflejo, como el hombre en coma que mueve la mano.
Sigo dormida, esperando y nunca haciendo. No me digáis que el momento adecuado es ahora, porque observo a través de mis parpados cerrados en busca de la señal que me despierte, como una alarma en el teléfono.
Créeme, no quiero estar aquí. No te ofendas, no es por ti. No es por lo que tengo, sino por lo que deseo tener.
Me iría con el primer loco que me dijese "Ven conmigo" y me tendiera la mano. Si algo he aprendido de las historias, es que merece la pena arriesgar.
Me lleva la
inercia. Me arrastra la rutina. Me encierra la costumbre. Mientras, pierdo la
esperanza.
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