lunes, 24 de febrero de 2014




Bajo mis uñas, entre mi pelo, en mi piel, en mi sangre. Forma parte de mí. Esperando resurgir, esa impotencia de cuando no sabes qué debes hacer, de cuando lo sabes y no puedes, de cuando lo sabes y no eres tú quién debe hacerlo.
Una y otra vez vuelve a atacarme, justo cuando más necesito actuar. Mis palabras se vuelven torpes cuando intento consolar, mis pasos se vuelven pesados cuando intento correr.
Estiro mi brazo, mi cuerpo entero, y no llego, y no llego. A unos milímetros de rozarlo, a unos centímetros de agarrarlo, a años luz de conseguirlo.
Forma parte de mí, después de tanto tiempo acompañándome, está impotencia. Inexorable, interminable, inevitable. 

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