El viento aúlla y las calles están vacías. En estos momentos me gustaría saber qué es vivir, vivir de verdad. Correr hasta querer vomitar y, en lugar de eso, reír con la espalda pegada a la pared y las manos en las rodillas. Gritarle a la Luna y las estrellas a pleno pulmón y cantar hasta quedarme afónica. Saber a qué sabe el amor y cuán suaves son sus caricias. Viajar, y saber, y aprender, y bailar.
Las lágrimas quieren venir y no lo harán. Lo sé. Conozco demasiado bien a estos ojos color café con una pupila siempre más dilatada que la otra. En unas horas, estarán cerrados, durmiendo, como si nada. Si es que acaso el viento les deja.
Ahora todo duele y no parece que vaya a sanar. Más oscura que la noche, mi tristeza; más brillantes que el Sol, mis sueños.
Y en esta noche en la que el viento no calla y el mundo se silencia,
Sé que este no es el fin.
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