A veces me olvido de que mis padres tienen casi 50 años, que han crecido en otra época, con padres de otra época. Que la información que han recibido no es la misma, ni más ni menos, solo distinta. A veces olvido que he visto y oído cosas que ellos con mi edad no imaginaban y que ellos han visto y oído cosas que yo no imagino. Por eso me enfado cada vez que esas cosas, que esas diferencias salen a flote, cada vez más a menudo. Me enfado cada vez que dicen algo que para mi es machista o racista, mientras que para ellos no lo es. O si, y no les importa.
Me enfado cada vez que no comprenden mi punto de vista, pero es que yo tampoco se lo he explicado. Pero eso no funcionaría porque hay cosas que yo doy por sentado, que para mi son básicas, y que nadie más ha tenido porque pensar. Y es que cada vez hablo menos con ellos y, por lo tanto, no comparto esas cosas que aprendo y que se vuelven la base de mi pensamiento.
Pero me da rabia. Me da rabia pensar que sus mentes son tan arcaicas, me da rabia pensar que están equivocados, porque en ocasiones puede que el error sea mío. Y entonces me doy cuenta de que si alguna vez tengo hijos, pasará lo mismo. Ellos sabrán otras cosas y veremos el mundo de formas distintas, ambos daremos por sentado cosas que el otro no.
La distancia es cada día mayor entre nosotros.
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