Pon sobre mi cabeza un peso que mi espalda no debería soportar, oblígame a despertar a horas que van contra el funcionamiento de mi cuerpo y dime que es por mi bien.
Haz que me sienta estúpida por no saber hoy cosas que en unos años habré olvidado, quéjate de que no pueda hacer tan rápido como tú aquello a lo que le has dedicado las últimas décadas de tu vida y yo tan solo unos meses.
Oblígame a pasarme siete horas encerrada escuchando hablar de cosas que no me interesan, dime que cuando llegue a casa he de seguir trabajando y luego acúsame de socializar a distancia, de olvidar las relaciones cara a cara.
Dime que a mi edad te quedabas hasta la madrugada estudiando, que quizás yo deba hacer lo mismo.
Convierte mi energía en lentitud, mi interés en estrés, mi libertad en prisas, mi tiempo en obligaciones, que si no lo soporto, será sólo culpa mía.
Olvídate de que tengo sentimientos, problemas, mi único deber es obedece. Olvídate de que aún no sé quién soy hoy y oblígame a decidir que querré mañana.
Silencia mis opiniones, pues soy demasiado joven para saber. ¿Y qué sabrá mi generación, la de los smartphones y la depresion, mas que de selfies y de autocompasión?
Repite que nos quejamos por vicio, que todos habéis pasado por esto antes. Quéjate todo lo que quieras de esta juventud, pero recuerda quién nos crió.
Haz todo lo que quieras conmigo, que yo lloraré a escondidas. Pideme que haga lo que quieras, que retrasaré mi llanto a cuando tenga tiempo.
¡Gracias! Me alegro de que te guste. No tanto de que te identifiques...
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