Lady Luna tiene un amigo, que le aúlla desde tierra. Es un bravo caballero que se escapa cada noche a contarle las historias de sus amigos y batallas. Se sienta en los jardines de Lady Luna y la observa con admiración. Ella, desde su balcón, le cuenta leyendas de dioses y estrellas, de los mortales y los mares.
A veces ella se esconde tras un velo negro, ocultándose con luto de borrachos que se creen poetas, pero Sir Lobo sabe dónde buscarla. Incluso si ha de recorrer medio mundo.
Muchos dicen que se aman, otros que él está enamorado y ella le rechaza cada noche. Que pese a la distancia no se cansan, que no dará nunca la lucha por perdida. Pero no es cierto. Son las historias lo que les une. Sir Lobo mira al cielo, atrapado desde la Tierra, Lady Luna observa un mundo que jamás podrá tocar.
Y cuando envejezcan y la gris armadura de Sir Lobo deje de brillar y la blanca palidez de Lady Luna se vuelva enfermiza, seguirán acudiendo al encuentro. Las historias no dejarán de ser contadas ni de escucharse. La gente mirará, no entendiendo lo que se dicen, e inventará romances que no existen.
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