lunes, 25 de agosto de 2014

Todos somos filósofos y humoristas tras la media noche.

El tiempo pasa y nada cambia, y lo poco que lo hace es para peor. Pero seguimos adelante. Mientras haya luz, por pequeña que sea, mientras haya calidez, aunque sea la de una vela; incluso cuando todo lo que nos quede sea una cerilla que comience a quemar nuestros dedos. Seguiremos adelante mientras quede una pizca de vida en nuestros cuerpos, mientras hayan cosas que nos aceleren el pulso o nos calmen la respiración.

No se puede volver atrás más que al recordar, si lo haces que sea para aprender. Las ilusiones te empujarán hacia delante y te impedirán dejar de abrir los ojos, aunque estos lo vean todo negro y borroso. Caminarás aun sin suelo bajo tus pies y respirarás incluso cuando empieces a notar que realmente el oxigeno quema tus pulmones.

No sé tú, pero yo me agarraré a cada hilo, a cada clavo. A lo dulce y a lo amargo. No iré a dormir sin haber tenido al menos una sonrisa, de momento no he pasado ni una noche en vela, afortunada de mí. Y si mi último pensamiento es copia del primero, reiré y lloraré a partes iguales porque hay sangre roja corriendo por venas azules bajo mi blanca piel.

¿Qué más da el color de nuestros ojos? Somos todos iguales: escucharemos los consejos, y los ignoraremos, con suerte para acertar en nuestros locos intentos lograr improbables. Huiremos de los errores del resto hasta hacerlos nuestros.

Con el tiempo solo he aprendido que tras la medianoche todas las palabras se tornan retratos de almas, susurros de felicidad y gritos de desconsuelo, o carcajadas sobre los chistes más sucios. A estas horas, hay tantas opciones de soñar despierto como dormido, algunos hasta tienen pesadillas con los ojos abiertos.

martes, 19 de agosto de 2014

Noto la energía corriendo por mis brazos. Mis manos sufren estando quietas. Pero no hay nada que hacer. Yo quiero comerme el mundo y no hay nada que hacer.

Noto mis ojos demasiado abiertos. Mi mirada no para de rebotar de una pared a otra. Pero no hay nada que ver. Yo quiero descubrir el mundo y no hay nada que ver.

Y mi mente... Mi mente ríe y grita como si nada malo pudiera pasarle a mi débil corazón. Casi rozo la felicidad y no hay motivos para ello. Pero, ¿qué importa?

Hoy la música sonará alta y los colores de mis dibujos serán brillantes. Pintaré mis uñas y recogeré el cuarto. 

El sol brilla y los pájaros no cantan. La tormenta se ha calmado, aprovechemos hasta que vuelva.


lunes, 18 de agosto de 2014

Algo en el aire.

Hay algo en el aire, tal vez en este cielo azul claro casi blanco, tal vez en el ruido de motores lejanos y ramas rozando, tal vez en el silencio entre mis respiraciones, hay algo que me hace sentir bien, algo que me da la sensación de estar sonriendo, aunque solo sea por dentro, pues mi rostro sigue imperturbable.

Quizá es simplemente que no estoy pensando, no de verdad. Quizá es simplemente que no le estoy dando vueltas a todas esas comeduras de cabeza que no traerán nada bueno. No importa. Estoy cansada de escribir únicamente cuando estoy abajo, estoy cansada de no saber expresar esta tranquilidad.

Hay algo en el aire o tal vez sea todo el chocolate que he ido ingiriendo a lo largo del día de una forma u otra liberando endorfinas. Qué más da. Me siento bien. Me siento bien. A la mierda el mundo y sus problemas por un rato. Qué más da.

sábado, 16 de agosto de 2014

Broken mirror.



Me miro en ti, a quien siempre vi como mi reflejo: tan parecidos a la vez tan contrarios. 

Me miro en ti, que siempre fuiste como cristal para mí: transparente y engañoso, frío y dañino, preparado para cortarme en cualquier momento.

Me miro en ti y nos veo tan rotos. Veo mi rostro deformado en cada uno de tus pedazos y no sé a cuál seguir, no sé cuál de ellos soy en realidad. Y mientras tanto te vas clavando en mi corazón, desgarras mi alma y destrozas mi mente.

Aún cuando decidas morir, aún cuando la muerte llegue a mí, seguirán las esquirlas de tu juventud fracturada clavadas en lo más hondo de mí. Arrastradas con la sangre por mis venas, revolviendo mi estomago, inundando mis ojos.

~Y pese a todo el dolor,
seguiré dándote las gracias
por destruirme~

Decadencia.

Quedaban en el reino solo dos caballeros en pie, Esperanza y Sinceridad. Pero este último, antaño piadoso y reconfortante, se había tornado cruel y, de igual manera que había acabado con el resto de caballeros, sesgó con su filo a su compañero Esperanza. 

Ya no quedaba nadie con fuerzas para luchar contra la oscuridad que ahogaba al reino. La ciudad estaba perdida y con el tiempo también lo estarían los bosques. La gente se aferraba a sus deseos de autodestrucción y se dejaba llevar en busca de dolorosos placeres. 

Las calles olían a alcohol, orina y sangre. En los besos ya no había rastro de cariño y la mitad de los te quiero eran falsos. Tan bajo habían caído que ni el dinero les importaba, jugaban con la humillación al contrario como premio.

Había sido tan lentamente que nadie se dio cuenta hasta que fue tarde. Todos los caballeros habían ido cayendo; Cariño, Honor, Respeto, Compasión, Sueño... Todos excepto Sinceridad y este se limitaba a comportarse como lo hacía la realidad.

Pronto el reino sucumbiría sin nadie que cultivara las tierras, alimentara el fuego y curara a los enfermos. Con la muerte del caballero Esperanza, se podían dar todos por muertos.

jueves, 14 de agosto de 2014

La nana del siglo XXI.

Escúchame, niño, que recién llegas al mundo.
Escúchame, pequeño, pues nadie más te dirá la verdad.

Mamá y papá destrozaron al mundo,
mamá y papá ante la injusticia quedaron mudos.
Mamá y papá no hicieron más que gritar al televisor,
mamá y papá no buscaron solución.

Mamá y papá se hicieron los ciegos,
mamá y papá ignoraron la corrupción.
Mamá y papá solo pensaban en ellos,
mamá y papá ahora señalan al ladrón.

Mamá y papá no frenarán las guerras,
mamá y papá dejarán que te encargues de ellas.
Mamá y papá exprimieron la tierra,
mamá y papá dejaron profundas sus huellas.

Escúchame, niño, que recién llegas al mundo.
Escúchame, pequeño, pues nadie más te dirá la verdad.

Mamá y papá no tuvieron mala intención,
mamá y papá sólo querían sobrevivir.
Mamá y papá no fueron nacidos para la revolución;
mamá y papá sólo sabían servir.

Mamá y papá encendieron los fuegos,
todos saben que los héroes se forjan en hierro.
Mamá y papá prendieron las llamas,
ellas darán la luz que tú reclamas.

Escúchame, niño, tu salvarás al mundo.
Escúchame, pequeño, pues nadie más te va a ayudar.

martes, 12 de agosto de 2014

Mala suerte.


Mala suerte la mía si desde mi ventana no puedo ver a la luna cuando la rezo.
Mala suerte la mía si crecí tras la puerta con el numero trece.
Mala suerte la mía si adoro a los gatos negros.
Mala suerte la mía si en este cielo sucio no se ven caer las estrellas.
Mala suerte la mía si no busco la felicidad.
Mala suerte la mía si estoy dispuesta a morir porque otros sonrían.
Mala suerte la mía si todos mis intentos son fallidos.
Mala suerte la mía si siempre caí de pie cuando me podían recoger. 
Mala suerte la mía si ahora que no hay nadie no sé aterrizar.
Mala suerte la mía si mis débiles alas son demasiado grandes para aguantar su peso.
Mala suerte la mía si mis débiles alas no pueden alzarme del suelo.
Mala suerte la mía por no creer en el destino fijado.
Mala suerte la mía si mi voz es demasiado baja para que la escuche el universo.

martes, 5 de agosto de 2014

El jardín sin tierra.



"No más tierra para mis flores" pensó el jardinero. "Solo agua. Se verán más bellas," se decía "sin toda esa sucia tierra" repetía.

Así cambió el fértil suelo de su jardín por un poco profundo estanque. Sabía que erraba, sabía que las plantas necesitarían tierra para nutrirse y crecer, que así acabarían mustias y débiles pronto, pero aquellos pensamientos no le abandonaban. Buscaba la belleza, el ideal de belleza que le habían inculcado, y le habían enseñado que la tierra no era bella.

Al principio lo logró. Llegó al punto que deseaba. Un jardín de hermosas flores que, en lugar de tierra infestada de lombrices, tenía agua que reflejaba la luz del sol. Pero luz, agua y aire no son suficientes para la vida y las plantas se pudrieron. Simplemente las quitó y volvió a plantar.

Las nuevas semillas crecieron a través del agua, buscando la luz, buscando la tierra. Mientras sus tallos encontraron al sol, las raíces no hallaron dónde aferrarse. Y morían. Morían ahogadas y hambrientas. 

Volvió a quitar los restos mustios una y otra vez. No podía permitir que nadie viera su jardín podrido. Sabía que estaba cometiendo un error, que esto no le llevaría a su objetivo, pero su mente le repetía: "No más tierra para mis flores. Solo agua. Se verán más bellas, sin toda esa sucia tierra."

Pero ni el jardinero pudo soportar el hambre. Se volvió más débil cada vez. Hasta que un día cayó al agua y murió ahogado en sus propios pensamientos, rodeado de plantas mustias que solo entonces encontraron una forma de sobrevivir.

Una vez muerto el jardinero, nadie limpió el agua. Y está se volvió lodo. Y el lodo se secó. Y volvió la tierra.
Una vez muertos los pensamientos del jardinero, nadie pensó que la tierra en su jardín fuera mala. Y las plantas crecieron. Solas, salvajes, bellas como nunca antes.


sábado, 2 de agosto de 2014

Hasta las estrellas se apagan alguna vez.

Necesito luz, no de sol, sino de estrellas. Necesito calidez, no de mantas, sino de abrazos. Necesito risas que no acaben. Necesito alegría que no sea efímera. Necesito encontrar. Necesito perder. Y en la ausencia de todo esto llevo mis dedos crispados a mis clavículas con deseos de abrir mi pecho y dejarlo todo salir.

Necesito palabras, no que escuchar, sino que decir. Necesito vida, no que dejar pasar, sino que vivir. Necesito curas, no para mí. Necesito refugios que compartir. Necesito saber. Necesito hacer. Y en su ausencia me maldigo por no ser capaz de proteger aquel a quien más quiero.

Es una noche sin luna ni estrellas, no solo en mi ventana, también en mi alma. Y todos los demonios que logramos echar de mí vuelven ahora que los suyos atacan más fuerte.

¿Qué hacer si de quien se supone que debo ser apoyo es en realidad quien me soporta? ¿Qué hacer cuando se derrumba?

Noches vacías o tal vez llenas de cosas no deseadas. Noches solitarias para soñar despierta con noches pasadas.