Me miro en ti, a quien siempre vi como mi reflejo: tan parecidos a la vez tan contrarios.
Me miro en ti, que siempre fuiste como cristal para mí: transparente y engañoso, frío y dañino, preparado para cortarme en cualquier momento.
Me miro en ti y nos veo tan rotos. Veo mi rostro deformado en cada uno de tus pedazos y no sé a cuál seguir, no sé cuál de ellos soy en realidad. Y mientras tanto te vas clavando en mi corazón, desgarras mi alma y destrozas mi mente.
Aún cuando decidas morir, aún cuando la muerte llegue a mí, seguirán las esquirlas de tu juventud fracturada clavadas en lo más hondo de mí. Arrastradas con la sangre por mis venas, revolviendo mi estomago, inundando mis ojos.
~Y pese a todo el dolor,
seguiré dándote las gracias
por destruirme~
seguiré dándote las gracias
por destruirme~
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