Necesito luz, no de sol, sino de estrellas. Necesito calidez, no de mantas, sino de abrazos. Necesito risas que no acaben. Necesito alegría que no sea efímera. Necesito encontrar. Necesito perder. Y en la ausencia de todo esto llevo mis dedos crispados a mis clavículas con deseos de abrir mi pecho y dejarlo todo salir.
Necesito palabras, no que escuchar, sino que decir. Necesito vida, no que dejar pasar, sino que vivir. Necesito curas, no para mí. Necesito refugios que compartir. Necesito saber. Necesito hacer. Y en su ausencia me maldigo por no ser capaz de proteger aquel a quien más quiero.
Es una noche sin luna ni estrellas, no solo en mi ventana, también en mi alma. Y todos los demonios que logramos echar de mí vuelven ahora que los suyos atacan más fuerte.
¿Qué hacer si de quien se supone que debo ser apoyo es en realidad quien me soporta? ¿Qué hacer cuando se derrumba?
Noches vacías o tal vez llenas de cosas no deseadas. Noches solitarias para soñar despierta con noches pasadas.
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