lunes, 9 de septiembre de 2013

Apareciste de repente, sin previo aviso, por accidente. Tu no dejabas de estrellarte, yo no conseguía alzar el vuelo. Te tendí la mano y, ¡qué sorpresa!, la aceptaste. Confiaste en mi, no esperaba que fuese tan fácil. Nadie lo había hecho antes.
 
Muchos dirían que eres fea, muchos dirían que les das asco. Yo creo que eres suave y extraña.
 
Te empuje arriba, te aleje de todo obstáculo, directa al cielo, conseguí que volvieses a volar. Pero yo me quedé en tierra, encerrada en mi jaulita.
 
Cuando me quise dar cuenta, te habías vuelto a estrellar en el mismo lugar. Cuando me quise dar cuenta, habías caído en el mismo sitio. Te volví a levantar y te marchaste por fin.
 
Creía que serías lista y te alejarías de todo eso. Tardaste un poco más, pero volviste a estrellar.
 
Fui a socorrerte como siempre, pero esta vez parecías no esperar que nadie te ayudase. Cuando me acerqué, me ignoraste. No dejabas de correr de un lado para otro, dándote cabezazos, escondiéndote.
Me costó, pero volviste a mi lado. Y, de nuevo, te impulsé hacia el cielo.
 
Hace tiempo que no te veo. Yo sigo en tierra, espero que tu sigas volando. No tengo noticias tuyas, pero deseo que la luz no te ciegue otra vez y que ahora no pueda ayudarte.
 
 
 
***
 
 
 
Has vuelto. ¿Por qué? Te cuesta aprender. Yo solo quiero que seas libre.
Parece que ya no confías en mi. Intento ayudarte y me esquivas. Pero te conozco. Sé como hacerte volar.
 
Lo he vuelto a conseguir, vuelves a ser libre. Me pregunto qué haces cuando te elevas, a dónde vas, por qué caes una y otra vez, qué te ciega.
 
Espero que no vuelvas. No podría soportarlo.
 
Vuela libre, querida polilla. Tu que fuiste mi única compañía aquella madrugada.


1 comentario:

  1. Sabes que eres extremadamente genial, ¿verdad que lo sabes? Sí, lo sabes; polillas.

    ResponderEliminar