miércoles, 9 de octubre de 2013

Observándote.

Te observo mientras lees, durante horas. Es tan maravilloso observar como tu expresión cambia tantas veces seguidas.

Sé que debería estar más atento a mi libro, pero mirarte es tan entretenido como él, o más, y leer puedo hacerlo en cualquier momento, a ti solo te tengo ahora. Una de esas extrañas veces donde dejamos nuestra asocial vida y nuestros dormitorios para reunirnos en una sola habitación. Aunque solo hagamos lo que haríamos por separado: leer, escuchar música, ver alguna serie o película o simplemente navegar por internet.

Tu cara pasa de tener una sonrisa picara a unos los ojos llorosos, de la sorpresa al "ya lo veía venir", de la ternura al odio.

A veces, incluso lloras y es entonces cuando recurres a mí. Creo que soy la única persona que te ha visto llorar en los últimos meses. Pocas veces lo haces por ti, siempre son tus lagrimas causadas por el dolor de otros. Quizá sea tu empatía el peor de tus males.

Cuando más me duele es cuando no consigues soltarlo, cuando intentas llorar y no puedes, cuando intentas explicarlo y no sabes.

Creo que me he enamorado, de tu risa, de tu llanto, de tu silencio y de tus palabras, de tu mirada cuando lees y de tu respiración cuando duermes.

Pero, ¿cómo puedo saber si seré correspondido?
Sé de ti cosas que nadie sabe, pero sigo teniendo la sensación de que no es suficiente. Podría decir la lista de los libros que has leído este año, por orden, conozco cada uno de tus lunares de tu cara, sé cual es tu película favorita y el grupo de música al que más escuchas, conozco tus temores más ocultos, pero... ¿Cuales son tus planes de futuro? ¿Estoy yo en ellos? ¿Quienes son tus otros amigos, esos con los que sales algún que otro fin de semana? Nunca me los has presentado. ¿Te avergüenzas de mi?
¿O es que soy tu secreto, tu tesoro, no quieres compartirme?
¡Qué tonterías pienso!
Tampoco sé si alguna vez has tenido pareja. Solo sé que ahora no tienes. 

No conozco tu pasado, tampoco sé que quieres del futuro y del presente, apenas unos trazos. Pero yo estoy en él, y eso es lo que cuenta, ¿no?

Te diré de dar un paseo... E intentaré cogerte la mano. Te preguntaré por tus platónicos. Sí, eso haré. Lo voy a intentar. Y si no lo consigo me conformaré con lo que tengo.

Me conformaré con mirarte al leer.

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