jueves, 17 de abril de 2014

Giraba y giraba veloz, clavando una de las cuchillas sobre el hielo. La otra pierna tenía estirada hacia atrás y su larga melena formaba una espiral a su alrededor. El corto vestido azul centelleaba cubierto de pequeños cristales y los patines blancos eran más impolutos que el propio hielo, demasiado rayado ya por las cuchillas.

Sin previo aviso comenzó a aminorar la velocidad mientras se encogía sobre si misma hasta que acabó de rodillas contra la fría superficie. Llevaba horas bailando, sin música, sin publico. Se dejaba llevar sin más.

Cuando el metal dejó de atacar al hielo, el silencio inundó el lugar. Paz, cansancio, tranquilidad y frío. Extrañamente eso la hacía sentir mejor. No importaba cuan sola estuviera, no se sentía así. Sobre la pista era libre y aquello era todo lo que importaba.

Al recuperar el aliento se le volvió a levantar y se deslizó hacia la salida de la pista. Se quitó los patines y entró en el vestuario a cambiarse para volver a casa.

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