lunes, 28 de abril de 2014

The hole.


Hay un vacío abriéndose paso en mí. Cualquiera podría llenarlo, pero nadie lo hará.

Es como un boquete tan grande que ocupa la pared entera. Y esta ya no puede contener lo que hay dentro. Sin darse cuenta, muchos ponen un nuevo ladrillo que ayuda a mantenerlo, con pequeños gestos, pero es insuficiente: pronto la corriente lo arrastra.

Y me desbordo, poco a poco. Y me vacío, a cada instante. Pero es invisible. No se darán cuenta. Quizás porque sea tan común que ya no nos llama la atención. quizá porque jamás me atreva a pedir lo que necesito.

No es difícil ayudar. Lo complicado es que la ayuda dure y no se desperdicie.

Necesito lo que estoy entregando. Necesito que me paguen con la misma moneda. Regalar lo que me falta es la única forma de que lo devuelvan, pero no siempre lo hacen.

Si el agujero sigue creciendo, volverá el vacío de antaño, aquel que creí por siempre llenado. Tal vez sea mejor así. Que vuelva, que vuelva la calma a mí. Susurra algo en mí interior. Pero, no, que no regrese. Respondo gritando en silencio. Que jamás regrese el vacío.


Tic, tac. Tic, tac.
¿Quién ganará?

No hay comentarios:

Publicar un comentario