domingo, 4 de agosto de 2013

No es culpa tuya.

Pequeña flor, de colores brillantes. Dulce flor, de fragante olor. De suaves pétalos, de fino tallo. Vives tranquila, creciendo en cualquier lugar, puede que entre malas hiervas, puede que junto a un rosal, pero nadie niega tu belleza. Eso sería mentir.
Un día, alguien te vio. Un caminante que se creía dueño de todo lo que pudiera coger. Y le pareciste tan hermosa, y pensó que a nadie le importaría.
Sin preguntarte, se agachó, te acercó a su nariz, te olió y te arranco. ¡Se creía que tenia derecho!
Te llevó a su casa, te puso en agua. Sin tierra, sin aire, sin luz.
Si te hubieras quejado, si hubieras dicho que no querías estar ahí, ¿qué hubiera dicho la gente? Creo que puedo oírles:
"Es culpa tuya, por ser tan hermosa."
"Es culpa tuya, por ser tan débil."
"Es culpa tuya."
Pero no lo es, ¿verdad? El podía haberse resistido a tomarte, el podía haberte elogiado y haberse marchado, como hacían todos.
Ahora te marchitas sola. Nadie te comprende. Creen que lo ibas buscando. Creen que querías que alguien te llevase por tu belleza. Si no, ¿por qué te mostrarías tan bella como eres?

No es culpa tuya, sino suya.
Por dejarse llevar por su instinto animal.
Por creer tener derecho a hacerlo.

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